Los muy pocos que hasta el momento han tenido el placer de probarla coinciden todos en la misma apreciación, es una manzanilla emocionante. Cuestecilla es de esos escasísimos vinos que tienen algo que cautiva, que despierta los sentidos y que estimula los recuerdos. Sensaciones de bodega clásica, de la época en la que Delgado Zuleta tenía diseminados múltiples cascos por todo Sanlúcar. No en vano, esta manzanilla hunde sus raíces en una antigua solera que reposaba en la bodega Cuestecilla, que se encontraba en el triángulo que formaban las calles Albaicín, Cristo de las Aguas y Cruz del Pasaje, en el Barrio Alto de Sanlúcar. En ese aireado cruce de caminos, múltiples factores beneficiaban una extraordinaria crianza biológica, con un vivísimo velo de flor que se beneficiaba de la sombra que proyectaba sobre las paredes de la bodega una señorial y centenaria parra que presidía el patio interior y la humedad aportada por las corrientes freáticas que discurrían por el subsuelo en ese punto.
Allí nace Cuestecilla, de cuya grandeza ya conocían los viejos capataces, que en el traslado de la bodega a sus instalaciones actuales del Pago de las Dehesillas allá por los años 90 del pasado siglo, cuidaron con especial celo ese soleraje al que le guardaron un privilegiado rincón de la Bodega 250 Aniversario, donde se ubica en la actualidad, conservando e incluso mejorando las extraordinarias cualidades organolépticas que ya atesoraba esta manzanilla tan especial.
De esa solera, nuestro enólogo José Antonio Sánchez Pazo ha seleccionado una única bota y la ha vaciado completamente para el proyecto Cuestecilla, lo que se denomina un vino Single Cask. Por tanto, estamos ante una manzanilla única, que jamás se volverá a repetir, proveniente de la mejor bota de una solera ya de por sí excepcional.
El resultado son estas 600 botellas de 0,75 l. numeradas a mano una a una y en una elegante caja de madera individual, y que contienen el alma, la esencia y el espíritu de Delgado Zuleta. Estamos ante un vino que eriza el vello porque representa a la perfección el estilo de la casa, pero multiplicado hasta el infinito. Una manzanilla de una inmensa complejidad aromática y con un equilibrio mágico entre un notable punzor en nariz y una delicada sedosidad en boca.